sábado, 4 de agosto de 2012

So far away – Epílogo (…el final del blog)




Lo vi claro mientras escribía la entrada de ayer: esto del blog requiere de un punto final. Éste. Esta entrada de hoy. Es un día especial: justo cuarenta y tres años desde que nací…

…así que me apetecía hacerme un regalo: el final del blog

¿Por qué? Bueno, igual no es fácil de explicar. Pero siento que estoy utilizando esto para varias cosas que no me gustan. La primera: para llamar la atención y recibir desesperadamente cariño, aprobación… Esto no es exactamente como escribir un libro. Esto va, entrada a entrada, notificación a notificación del dichoso Fcbk, dirigido específicamente a que alguien me diga: “qué bien, Nacho. Cuánto me gustó lo que escribiste”… “Qué bien escribes”… “Qué valiente eres con lo que dices”… Etcétera, etcétera.

Y no. Eso NO lo quiero.

Además, veo que esta es una vía de expresar sentimientos en un canal que no es el adecuado. Lennys tenía razón. Siento mucho haberte lastimado. ¿En qué estaría yo pensando?

Evidentemente, tiene sus cosas buenas. Muy buenas. Compartir una mirada sobre uno mismo, y sobre determinadas cosas, hace que muchas personas te devuelvan su propia opinión. Y eso me ha enriquecido mucho. Muchísimo.

Así que habrá que decir: estuvo bien mientras duró. Tuvo su momento. Sirvió para despedir a Marcio de un modo nuevo y sorprendente. Y para compartir algo de lo que llevo dentro…

...aunque es mucho, mucho más lo que se queda en el tintero. Pero así debe ser. Ni más ni menos.

Esta última entrada, bueno, forzosamente tiene que ser especial. Una cosa que me molesta es que he dedicado algunas entradas a personas que han sido importantes en mi vida… mientras otras, quizá las más importantes, las he dejado fuera. ¿Por qué? Pues porque me ha sido más fácil evitar escribir sobre ello. Lo que decía: mucho más fácil buscar la aprobación facilona con otras cosas…

…por eso la foto que encabeza esta entrada es la de mi madre. Había pensado dedicarle una entrada con su nombre, que también es un sustantivo: “adoración”. Naturalmente, es lo que sentía por ella. Normal: por la foto, en la que está conmigo, se ve claro que me tenía bien alimentado…

Mi madre ya no puede leer esta entrada, ni ninguna otra. Jamás le he dedicado nada escrito, ni casi dicho, desde que murió. Hasta ahora, me ha resultado demasiado doloroso. No solamente por perderla a ella, sino porque es el recuerdo de una época negra, destrozado emocionalmente y con mi familia completamente arruinada… Pero, sobre todo, porque no me perdono a mí mismo haber sido tan, tan niño, haber dado una respuesta tan infantil en aquella época. Me hubiera gustado poder decir: apreté los dientes, afronté las cosas y salí adelante. Pero no. Era un niño y desaproveché la gran ocasión de mi vida para convertirme en un adulto. Así de claro. Dudo si a día de hoy lo he conseguido. Echando un vistazo a esto del blog, diría que quizá no mucho…

Hace poco conocí a alguien que también había perdido a su madre. Más o menos a la misma edad que yo. Y en unas condiciones igual de difíciles (o más) que las mías, en una situación límite… Sólo que ella dio, tal como me explicó, exactamente la respuesta contraria a la mía, se remangó, abandonó parte de la vida que tenía y sacó a su familia adelante. Lamentablemente, yo no puedo contar eso, aunque es lo que me habría gustado…

…desde que la conocí, no dejo de pensar en ello. Deseo con todas mis fuerzas que la vida le recompense. Lo deseo de verdad.

Tampoco ha salido mi padre, hasta ahora, en este blog. Ni le he pasado el enlace, ni he permitido que lea nada de esto… En parte, porque pretendía materializar una idea, quizá poco viable, de convertir estos retazos en un libro de verdad, físico y tangible, y regalárselo un día. Permitir que lo leyera todo de golpe. Lo malo… Hasta convertir esto en un libro, habrían tenido que pasar dos años. Y probablemente decir muchas tonterías. Si en la vida hay que ser flexible, ésta es la mejor decisión: dejarlo aquí, permitir que lo lea, darle el pequeño disgusto de que el sobresaliente en cálculo de estructuras igual no fue tan “sobresaliente”… Y hablar un poco, quizá, sobre todo esto. Que es lo mejor que se puede hacer con un padre.

Hace poco compartí con él un viaje a Asturias. Nada, no fueron más que dos o tres días. Pero me gustó pasar tiempo con él y escucharle. Ya se va haciendo mayor y no sé por cuánto tiempo podremos seguir haciendo estas cosas. Día que pasa no se recupera. Hay que aprovecharlos todos. Esa foto está tomada en Tielve. Poco antes de probar, y traernos, un delicioso cabrales



De todo lo que me contó mi padre, quizá lo que más me gustó fue oír cómo habla de mi madre. Su historia de amor. No es porque sean mis padres, pero es una historia de amor preciosa... Mi padre, atormentado por un defecto físico de nacimiento, con su autoestima como hombre bajo cero… acabó casado con una chica guapa de verdad. Por el camino tuvo que darse el milagro de que ella no tuviera clara la vocación, dudaba incluso si meterse monja… Por suerte para mí, acabó decidiendo lo que se ve en la foto de cabecera…

…así que está claro: es puro milagro que yo esté aquí ahora mismo, escribiendo este blog, disfrutando de este cuatro de agosto (como la calle del Tubo paralela al Coso) cuarenta y tres años después…

En cuanto a mis amores… Alguno ya ha salido en el blog. He tenido la suerte de que elegí a dos de ellos para una entrada que a mí me parece muy bonita, la que se titulaba “Lágrimas de chocolate”… Y a las dos les gustó, y me devolvieron mensajes de vuelta… La parte bonita del blog

Y también he nombrado varias veces a Mª José. Ella también ha sido muy importante en mi vida. Pero, lamentablemente, nuestros caminos tienen, forzosamente, que caminar alejados. No puede ser de otra manera. Si no, no dejamos espacio para que entren otras personas en nuestras vidas. Está bien recordar que nos quisimos mucho y fuimos felices; pero sin olvidar, también, que nos hicimos daño, mucho, y que, al final, fue una buena idea poner punto final a la pareja. Lo mismo que le pasa a este blog

Hablando de mis padres, una vez leí, de manera furtiva, un escrito de mi madre, una especie de diario. En él explicaba qué es lo que había visto en mi padre: simplemente, el deseo, las ganas, de amarla. Diría que lo consiguió. Una de mis grandes ilusiones en la vida es que alguien, una mujer, pueda escribir algún día algo como eso… pero hablando de mí…

Y, bueno, que tenía pensadas otras cien mil historias para contar, cien mil batallitas, cien mil personas a las que ir dedicando nuevas entradas. Algunas las tenía pensadas hasta con el título... A lo largo de estos años, son muchos los amigos, las personas entrañables, que me han ido acompañando en el camino… Intentar nombrarlas a todas sería una idiotez. Mejor me preocupo, si realmente me importan, de estar con ellas, de llamarlas, de estar cercano y no dejarlas por tanto tiempo…

…y pensar si, todo ello, no será parte de eso mismo que trato de evitar “matando” este blog: si no he pasado años, toda la vida, esclavo de tratar de ganar a toda costa el cariño y la aprobación de los demás…

…y quizá por eso se expliquen muchas de las cosas que hago, quizá por eso la experiencia de gerente de planta, en Peralta, fue tan extraordinaria en algunos aspectos, pero tan poco convencional y convincente en otros…

…y quizá por eso tenga que pensar en nuevo modo de relacionarme y repensar mi vida. “Reescribir mi personaje”, como le decía a mi amiga Silvia.

Ahora… Ahora toca hacer cosas nuevas. Toca mudarme a Valdefierro de una p… vez. Toca dedicarle tiempo a varios proyectos muy, muy interesantes que tengo en mi cabeza, y que se están empezando a materializar. Toca hacer excursiones, y barbacoas, y disfrutar de la amistad de las personas que, ahora mismo, tengo más cercanas…

…y está ella. Diría muchas cosas pero, entonces, estaría volviendo atrás en lo que he dicho al principio: que esto del blog no sirve para eso. Mejor la busco y le digo lo que siento. Que es mucho. Pero a ella. A ella solita…

Lo que sí quiero decir, gritar, como despedida: ¡qué maravilloso estar vivo, ilusionado, probar cosas nuevas…! Y equivocarse. La vida es equivocarse y afrontarlo…

…como confundir un apio con un puerro…

…y perdonarse y amarse a uno mismo. Si no, ¿de dónde vamos a sacar las fuerzas para perdonar y amar a los demás?

Now that we’re here, so far away/
and I feel I can face the day/
I can forgive, and I’m not ashamed/
to be the person that I’m today.

(Ahora que estamos aquí, tan lejos/
y que siento que pudo afrontar el día/
puedo perdonar, y no estoy avergonzando/
de ser hoy la persona que soy)

Staind, So far away, 2003.
(…yo la descubrí como parte de la banda sonora de la película “Friday Night Lights”. Parece escrita para mí…)


Zaragoza, 4 de agosto de 2012.
Dedicado… a todos los que habéis tenido la paciencia de leerme estos meses.
…hasta siempre!

viernes, 3 de agosto de 2012

¿Puerro o apio? (...de niños miedosos que no montan en bici)


A ver, que esto del blog igual no está saliendo exactamente como esperaba. Y es que al final va a parecer que soy algo especial, y todo… Y nada más lejos de la realidad. Cuando realmente soy un chico normal… a veces…

…pero, eso sí, con un montón de carga, un montón de miedos, y complejos, y secretos inconfesables...

El problema, supongo que nos pasa a todos, es que rara vez vemos todos esos secretos terribles desde fuera, con una cierta distancia, rara vez los vemos sin esa carga existencial, dramática, de todos nuestros sentimientos asociados a ellos. Y por eso nos parecen cosas terribles… Supongo…

La primera noche que pasé con un antiguo amor probé a hacer un ejercicio de exorcismo de algunos de esos demonios interiores. Llevaba años ocultando un secreto inconfesable: en su momento, di con un método infalible para copiar en los exámenes de la carrera. Al principio, claro, me dio un miedo terrible (¿…y si me pillan…?), a la vez que estaba la otra preguntita (¿…y si acabo sin tener ni p… idea de cálculo de estructuras y van y luego es para lo que me contratan...?). Pero, chico, aquellos fueron unos años terribles desde el punto de vista personal y familiar y, después de acumular un retraso catastrófico, había que aligerar cuanto antes y ponerse a trabajar. Así que me puse a ello…

…y quiero decir “a ello”…

…y, efectivamente, nunca me pillaron. Y, efectivamente, acabé sin tener ni idea de cálculo de estructuras y algunas otras cosas más… Aunque, de todas formas, de no usarlo he acabado por olvidar prácticamente todo. Menos mal que no me hice neurocirujano y que no se me va a morir ningún paciente en la mesa de operaciones… Por cierto… ¿cómo era aquello de los polinomios de Taylor?... Vaya, también se me ha olvidado. Y eso que en cálculo y en álgebra saqué notable. Y sin copiar…

El caso es que aquel antiguo amor casi se me ahoga de la risa cuando le explicaba todo esto… Normal, me había puesto tan serio, y tan dramático, que seguro que se pensaba que le iba a salir con algún dramón del estilo “estoy divorciado y mantengo tres hijos”, “tuve mis problemas con las drogas pero ya estoy curado”, “pasé un tiempo en la cárcel”, etcétera, etcétera… Aquella fue una noche inolvidable. Ya lo creo que sí. Hay que ser gilipollas…

(…naturalmente, no voy a contar en este blog cómo lo hacía, no vaya a ser que… Y, de todas formas, siempre podré decir que esto es una broma, una licencia literaria… Mientras no tenga que volver a examinarme… Aún tengo una pesadilla, de vez en cuando, en la que, en el sueño, aún me quedan asignaturas pendientes de la carrera y tengo que sacar tiempo para estudiar los exámenes…)

Y es que el tono de esta entrada del blog es así, jocoso, de manera deliberada: porque pretendo reírme un poco de mí mismo, de algunas de esas cosas que se agarran bien adentro cuando eres un niño; y no un niño cualquiera, sino un niño como yo lo fui, más bien miedoso y cagoncete… En esto no sé si habré salido más a la familia de mi padre o a la de mi madre; probablemente ninguna de las dos ramas querrá atribuirse semejante mérito genético

Dirán los del Análisis Transaccional (“AT” para los finos) que, claro, que en una parte de mí sigo siendo un niño, en mi caso un niño asustado. Y que hay que hablar con ese niño y explicarle que ya no hay que tener miedo. Que ya le coge mi padre otra vez de la mano… sólo que esta vez mi padre ya no es mi padre, sino yo mismo (qué lío)… En fin, que ya ha pasado el tiempo, y la vida, y afortunadamente hemos desarrollado otros recursos para enfrentarnos a las cosas. En mi caso, este blog, por ejemplo…

…en el que puedo mirarme a mí mismo en lo tonto que soy, en lo torpe, en lo agarrado que tengo ese miedo hasta en los detalles más cotidianos… Y es que de pequeño todo me daba miedo… ¡Hay que joderse! Hasta jugar al fútbol, con aquellos balonazos que se pegaban… Con lo que me ha gustado luego… En fin…

El caso es que me está costando mucho, pero mucho, mucho, pero muchísimo, perdonarme a mí mismo por todo ello. Coger de la mano al niño asustado. Perdonarle y no sentirse avergonzado…

…y dejar de reinventar mi vida, mi pasado, una y otra vez, una y otra vez, hasta encajarlo en una versión amable, edulcorada, que me gusta más y que dice algo de mí mismo que es lo que quiero que escuchen los demás, pero que no es exactamente lo que fue…

…desde pequeñas cosas sin importancia, pequeños secretos olvidados, hasta algunas de las cosas más importantes de la vida. Sobre todo, cosas que nunca aprendí, que nunca hice en su momento. Como ir en bicicleta, que nunca aprendí bien, bien, del todo. Y ahora sería incapaz de montarme en una (normal que conduzca tan mal el coche, aunque tenga cuatro ruedas…). O, no te digo nada, lo que tardé en dar mi primer beso, y algunas otras cosas que se hacen en pareja… Casi pensaba yo que ya no me llegaba el momento…

Si me miro a mí mismo ahora, me veo bastante infantil. Puede que hasta esta idea del blog sea también así, un poco infantil. Cosas de un niño que trata de llamar, de alguna manera, la atención…

…manejando el teclado, la palabra, del adulto que está harto de intentar parecer quien no es, desesperado por tratar de ganar la aprobación y el cariño, casi, de todo el mundo…

En este final, igual se me ha ido la mano y me he puesto un poco amargo… Esto empezó como una comedia y está acabando como un drama. Cuando, en realidad, uno siempre está a tiempo de reconciliarse con uno mismo, de aceptarse tal como es, y las cosas tal como sucedieron… Si ya no tengo tanto miedo, y tengo fuerzas para decir estas cosas en este blog, igual tampoco estoy tan mal…

…y si hay que cerrar esa etapa de infancia no terminada de vivir del todo, bastará, por ejemplo, con comprarse una bicicleta, ¿no? Esta etapa regalada de la vida, esta etapa en Tudela, regalada porque es un auténtico regalo, es perfecta para ello: la recta interminable de la vía verde, la antigua vía del ferrocarril entre Tudela y Tarazona (o entre Tarazona y Tudela, visto con ojos de Tarazona), parece el lugar idóneo para aprender…

…y es que eso es de lo mejor en lo que podemos emplear el tiempo regalado que nos queda de vida: en no dejar de aprender…

…eso sí: el cálculo de estructuras, mejor dejarlo para más adelante. Mucho más adelante…

Epílogo: después de todo lo que he contado… Si sumo las horas que he pasado cocinando de verdad en esta vida… Serán más o menos las mismas que he pasado reunido con el Defensor del Pueblo, que estuve una vez en la vida, un par de horitas, una foto, y pa’ casa… Así, Susana, ¿cómo te sorprendes de que no distinga un apio de un puerro? Si, además, ¡el dichoso puerro estaba debajo de un cartel que decía “apio”! ¡Como para no confundirse! Que a leer sí que aprendí de verdad… Curiosamente, bastante temprano. Y es que a eso me enseñó mi abuelo… Pero esa también es otra historia…


Zaragoza, agosto de 2012.
Para todos los disfrutones del arte de la cocina... Y para todos aquellos que me habéis enseñado a no tener miedo... de vez en cuando...