Mira,
Marcio, tengo decenas de buenos recuerdos contigo. Una colección entera... Pero
el mejor de todos, el gran regalo que me has hecho en esta vida, es el de la barbacoa... No hace falta decir cuál. A
que no?
Cada
una y cada uno de los barbacoeros,
con sus matices, sus pequeños detalles, son personas maravillosas… No me canso
de escucharlas, de estar con ellas. Es exactamente lo que me pasaba contigo:
que no me cansaba de escucharte. Ni de estar contigo…
…y,
así, el tiempo pasa volando. ¡Más de un mes desde que te marchaste! Aunque es
curioso cómo funciona el tiempo: a cualquiera de ellos, a Carlos, a Marta, a
Miguel Ángel, a Silvia o a Susana, me parece conocerlos de toda la vida. De
toda la vida…
Y
es que, estando con ellos, la comunicación vuela fácil, fluida. Te encantaría
seguir con nosotros. Tenemos conversaciones fantásticas…
…como
este sábado, por ejemplo. Nos movimos desde la ecología, el agotamiento del
petróleo y los recursos naturales, la sobrepoblación mundial… al tomate rosa de
Barbastro. Pasando por la problemática de los niños tutelados por la
Administración y la adopción internacional... Y con ese toque dramático que
suelo dar yo a algunas conversaciones: “dentro de algunos millones de años ya
no existirán estos problemas… porque el Sol, que es una estrella en expansión,
habrá engullido a la Tierra…”
…y
para mí, que me encanta discutir, ¡ya lo sabes!, fue un sábado fantástico.
Disfrutando de un kebab en la ribera
del Ebro. Rematado por un té, un té moruno… Moruno…
No nos hizo gracia ni nada la expresión…
Realmente
estoy tan bien, tan a gusto con este regalo
que me hiciste, que a veces pienso que hay cosas en la vida que tienen que pasar, que no pasan por
casualidad. Y entonces me acuerdo de él: de Rupert Sheldrake. Chiflado maravilloso…
Leí
por primera vez sobre Sheldrake en 1998, cuando aún se pagaba en pesetas…
Escribo esto y pienso que alguno de los que lean este blog, si han tenido la paciencia -yo no lo aguanto- de ver el
programa Redes, de Eduard Punset, a lo mejor han tenido la suerte de escuchar a
Sheldrake…
Sheldrake,
un eminente Biólogo Molecular formado en Cambridge, acuñó un término, “campo
morfogénico”, y sacudió los cimientos de la ciencia con una teoría
revolucionaria: no existen leyes inmutables del Universo. Los distintos eventos
se mueven, fluyen, de manera que crean una tendencia, una “forma”: cuantas más
veces se repite un suceso, de un modo determinado, más probable es que el
siguiente se repita exactamente del
mismo modo…
…como
si todos los eventos formaran parte de un campo, como una sábana. Cada
repetición deja una pequeña marca en la sábana… Y si algo se ha repetido
millones, y millones, y millones de veces del mismo modo, esa pequeña marca en
la sábana se convierte, así, en un agujero profundo… que hace inevitable, para
cualquier nuevo evento que “ruede” por la sábana, caer en el agujero y repetir
ese comportamiento…
¡Madre
mía! ¡A dónde nos hemos ido desde nuestro kebab
junto al Ebro…!
Lo
verdaderamente interesante de la teoría de Sheldrake es que, en su visión del
mundo, todo, absolutamente todo, está
conectado… Cualquier cosa que yo haga tiene impacto, literalmente, en todo el
Universo… porque el hecho de que ya haya sucedido hace más probable que suceda
de nuevo…
…con
lo que todos nosotros somos como una antena que recibe el eco de todas las
cosas, no importa cuáles sean… Ni siquiera que no “existan”… Basta con que se
hayan imaginado…
Sheldrake
es un científico (aunque una parte de la comunidad científica seria preferiría verlo quemado en la
hoguera, como a Miguel Servet…), así que ha desarrollado una serie de
experimentos sorprendentes…
…y
ha llegado a una conclusión: como “antenas” que perciben una realidad oculta,
hay dos grupos particularmente sensibles: los animales y los niños…
…pero
todos, absolutamente todos, tenemos la posibilidad, algún día, de volver a
sintonizarnos con esa realidad… Simplemente, dejando fluir nuestra imaginación:
el arte de hacer que las cosas sucedan…
…que
es lo que me ha pasado a mí con nuestra barbacoa:
tenía tantas ganas, pero tantas, tantas, de que me sucediera una cosa así, que,
al final, se ha hecho realidad… Lo que decíamos: hay cosas que tienen que pasar…
…como
nuestro kebab junto al Ebro. Con su
maravillosa conversación de una noche de junio, de tomates, soles en expansión
y niños adoptados…
…así
que, al día siguiente, el domingo, me levanté como nuevo... Fui a correr un
rato por el canal. No me sorprendió ver a un chico corriendo con una camiseta
de la antigua URSS, con las siglas “CCCP”, porque casualmente había pensado en
ello nada más levantarme y ya no me sorprendo con esas cosas. Subí a casa. Me
duché. Desayuné leyendo el periódico, el Heraldo. ¡Qué mierda de domingo sería
si faltara el Heraldo! Nada más abrirlo, me tropecé con un artículo sobre el
tomate rosa de Barbastro. Y el suplemento hablaba de adopción internacional.
Levanté la vista. En la TV estaba el canal Historia. La serie “El Universo”.
Por supuesto, el reportaje hablaba sobre nuestro Sol en expansión… y los
científicos debatiendo sobre si engulliría o no a la Tierra…
…y
es que ya no me sorprendo con esas cosas… Sheldrake me diría que, claro, soy
algo más sensible porque sigo siendo un niño… Lo que, de todas formas, es algo
que también me dijo Ommael…
Zaragoza,
junio de 2012.
Para
mis barbacoeros, por supuesto. Y para
todos aquellos que, en el fondo de su corazón, y a pesar de la edad que tengan,
sigan siendo unos niños…
Mi gran amigo y hermano Nachete! Si efectivamente estamos todos conectados y nada es por acaso. Quién te da las gracias soy yo. Gracias por haber estado a mi lado en estos últimos años e de manera incondicional. La Barbacoa....la barcacoa....es imposible que una comida hecha con mucho amor y buenos ingredientes salga mala. Somos todos buenos ingredientes que alimentan nuestras vidas. Gracias por hacer parte de esta gran ensalada que es la vida y por estar más conectado que nunca contigo mismo, que es exactamente lo que hace que estemos conectados unos con los otros. Un abrazo Marcio ;-)
ResponderEliminarFantastico Bona!!!!
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